domingo, 24 de enero de 2010

El León que viene...

Allá donde alcanzan mis recuerdos, he visto fotos, o me han contado, sé que se llevaron los chalets de Padre Isla entre los que paseaba mi bisabuela montada en la burra con la que bajaba a León a vender al mercao de la Plaza del Grano. Ese reguero por el centro de Ordoño, levantaron “la casa del coño” y limpiaron con cemento ese barrizal allí donde Genarín perdió la vida. Afeitaron por ahí los cubos romanos y medievales por no tirar abajo unas casas y dejar una carretera bordeando el casco antiguo. Limpiaron el río y retiraron el ganado a Trobajo y a la Virgen. En la Carretera Asturias quitaron el Fielato, pero acumularon a las tropas antes de llegar a Cantamilanos.

Hicieron un campo de fútbol entre León y Puente Castro y pusieron casas altas y una avenida a Roma donde estaba el anterior. Un alcalde llevó un balaustre a orillas del Bernesga hasta donde pierdo la visión, y otro puso fin a la Azucarera. También movieron la plaza de toros y la dejaron al fondo de la calle donde los hombres palpaban la guinda, al otro lado, el Guzmán que mató a su hijo, pero defendió Tarifa, muy cerca de León, si, pero en el mismo Reino. Y al Neptuno de enfrente de la Catedral lo escondieron en el Parque de San Francisco, a morir mohoso, oscuro, cagado, pero en pleno centro de León.

Luego plantaron la universidad en el camino del cuco, destrozaron los prados enfrente de las casas de Don Pablo, levantaron el hospital arriba de Las Ventas y tiraron el de Santo Domingo. Pusieron cemento y bordillos en Eras, allá lejos, donde Ovejero, y los leoneses tuvieron un circuito donde aprender a conducir. Trajeron Continente, luego El Corte Inglés y la Chantría dijo adiós a las charcas y a sus ranas. El barrio de la Inmaculada pasó a llamarse Corea, y Santa Ana ganó una fuente de recortes.

Ahora les toca el turno del cambio a la fuente de Santo Domingo, a Independencia y a Padre Isla, espero que no hasta donde estuvo el cine Abella, que tendrá baldosines y tendrán que ser reparados cada año. El Plan E no es eterno. Es efímero. Lo de antes fueron cambios. Lo de ahora, otro tanto. Por el medio quedan muchas cosas, que se olvidan en el recuerdo de la gente, de los turistas que una vez vinieron como peregrinos, y que si vuelven mañana, se apartarán del medio y del carril bici, tendrán cuidado de que no les pille el tranvía, o de bajar del autobús por la derecha y tener la marquesina a la izquierda. Habrán de cuidarse de no hacer fotos en los monumentos, que son los que siguen aún ahí, y abrazarán a un maniquí con su hijo, a un falso Gaudí más pariente de Unamuno, quién sabe si cogerán el Ryanair en la terminal del aeropuerto, o si el bus y el tren de alta velocidad saldrán de la misma estación bajo la tierra, bajando por un ascensor ya en Lancia. Quizás si vuelven, vengan a un congreso al Palacio, o San Andrés y Villaquilambre no sean más que un nuevo barrio de León. Quizás Monteleón sea un hogar de jubilados y pensionistas, y el Monte San Isidro sea una nueva urbanización. De momento ya prohibieron las parrillas.

Sólo nos queda quemarnos con el tráfico, las colas, zonas azules, zonas verdes, parkings caros, quizás uno entre Sanjurjo y José Antonio, y vuelta y vuelta. Politicos que muevan las piezas y las casas como en el tablero que pusieron en el 2000 enfrente de Botines, en la Plaza de las Palomas y paciencia y más paciencia. Poco a poco y sin agobios, que como canta una amiga, León es así.

jueves, 21 de enero de 2010

La tapia leonesa

Una fachada que siempre se cae y vuelve a levantarse escribía ayer medio dormida unos asuntos sobre la universidad. No es que tuviese mucho pie lo que decía, pero me llamó la atención no su crítica a la ULE, sino la rabia con la que cargaba contra unos que habían chocado con ella. Ésta ha debido de quedar algo derruida, pero ya están atizándola con el Plan E para hacerla algo más sólida, y eso que mucho critica a las nuevas flores, como también golpea a ladrillazos en campo de tiro a otras aves que tratan de aprender a volar. Ayer mismo pegó a un ave mona, ironizando con la comparación a su pared.

Una buena sombra que toma cafés y aguas, cocacolas sin burbujas, cucharas de amplio mango al efecto, y ajedreces de mucho pensar, conmigo, me había indicado varias veces sobre unas cargas militares que mantuvo esta pared, que da igual decirla so que arre, que darla de escayola como querer empapelarla, que todo queda al aire y a luz vista. Pero al rato, vuelve a caer aquí tu pelota.

Otro día, jugando con una pelota, valga la metáfora, y redundancia, volví a acercarme a esta tapia… ¡y coño, qué tapia! ¡Más parece una alambrada enroscada de la ONU en tierras chipiotas!

Hoy, por el hecho de haber mandado el jefe de obra a dos operarios a recoger unas hierbajas y no a presentar ese muro, se libra de lanzarle tiestos, ya verás mañana…

lunes, 18 de enero de 2010

Por San Antón, saca tus cuernos al sol

Ya pasaron los perros de nuevo con sus amos al otro lado del collar por casa del Señor. Afuera más bien, que chucho y pulgas poca cabida han de tener en los bancos y altares, que ya una antihigiénica voz de zorras al cuello pregonan cada día una mierda y otra caca, por pisarlas y por lo que cuentan normalmente, y menos ha de haberlas, por si acaso, en la maderilla donde arrodillarse por pedir perdón de sus pecados: pecadoras. Eso dicen.

Ratones llamados hamsters recibieron las gotas de viejos curas. Al más joven lo vi hace poco caer en Mansilla, y al otro, un amigo elegante, dejó hace menos de un año sus camisas de cuadros por un hábito granadino. Tómate una tapa con caña, allí no es corto, que yo me tomo una sidra que tanto añoras, amigo.

Me crucé el domingo con un gentío de pelo, mutones bajo paraguas, y gorros con plumas, zapatos de cocodrilo, o lagartijas sin rabo y tostadas al sol. Pellejos andantes, marabunta de perfume dominguero y brillos del moro… Esperé a ver cruzar varias jaulas con sus animales fuera, y un carrito de niño con una pepona y un bebé alzado al hombro. Aguas del cielo, y del boli mágico del sacerdote, que sin ser “sa”, también hubiera de haber recibido la bendición.

Al que no vi fue a “mi amigo Poo”, el oso. A ése lléguele el San Martín.

domingo, 17 de enero de 2010

¡Adiós al internet, abuelo!

Uno de estos personajillos que te puedes cruzar cualquier día por la calle es este tío, majete, qué burla, y coyantino por trabajo, que reza y resalta en una entrevista que leí esta mañana buscando yo que sé en Internet, que no cesará en su cargo hasta no tener su villa un nuevo centro de mayores donde caer por las noches, y una caseta de juego y divertimento para el día. ¡Viva la jubilación!. Ya legó en su día, un engominado, unos parques en su barrio y unas licencias fáciles de bares y movida que hiciesen olvidar aquella charca donde pescaba mi padre. Si, si, podéis ver las fotos en la red. Bueno, eso si aún la conserváis. ¡Madre, que no vemos la paja hasta que se nos mete en el ojo! Aquel proyecto de llevar Internet al medio rural, y que ya estaba establecido, cayó con el nuevo año. Pum, efecto 2000, no, perdón, 2010, con retraso… como todo por estas tierras…

Uno que compra trajes siempre con visto bueno de su mujer viene a cantar en prosa que pueden hacerse otras cosas. Que hay crisis. Lo sabemos. Pero ya lo sabíamos antes. La gente del pueblo, (de unos cien pueblos), usaban los cibercentros y ya no ponían cebos al ratón… ahora se quedan sin Internet. Toma y te lo quito. No lo supe antes. Ahora me di cuenta... Tranquilos, pondré un centro de día. Con muchos ordenadores. Con muchas mesas para jugar al dominó. ¿Qué es si no un medio rural sin sus cartas? ¿Qué harán los funcionarios de correos? Dejad el email, escribid y comprad sellos. Enteraros de las noticias con los periódicos que os llegan a medio día. Leed el correo de ayer. Debatid en los bares… Y dejad las nuevas tecnologías en la ciudad. ¿Veis como si que hay alternativas…?

viernes, 15 de enero de 2010

Los vendedores de ilusión

Hay un ciego con vista en género femenino, situado en un buen sillón de un edificio del que habla un libro de sotas, caballos y reyes, y del que cuentan que vino un príncipe italiano en una época renacentista y tras la boda nunca regresó por ver aquí mucho paleto. León en 1600 señor mío. Ya no era el medievo en una Europa a quien dimos las Cortes, y en León aún quedaban aquellos que recordaban que sus bisabuelos vieron a un rey saliendo de la catedral… Aún hoy muchos siguen recordando esa época… aún quedan muchos de 1600…

Amén de no ser Bueno, pero como si fuese de esta familia, el ciego, que a su vez es bajito, pasea por la corte, soberano, y sale a la provincia a dejarse retratar por los pintores más famosos de trato pixel de la capital. Rodeado de sus mesnadas, el bajito reparte ilusión allá donde el asfalto tarda en llegar, allí donde el agua ha de ser embotellada, y aquí donde nos peleamos por ser una cifra y pasar a depender de un trovador del mismo corte, palomino y herrero al mismo tiempo. Al poco le caerá ceguera, o hace como que la tiene, con sus lentes que viste al aire. Frente ancha y papada de buen paté y más pendiente de caer bien a un centro que lo sigue viendo amarillo y rural, como buena cabeza originaria que es, que de frenar esa la empresa de zapatillas que quiere hacer una senda por un monte alejado del valle de Olid. No importa, mientras no le toquen su villa de maquinaria afrancesada y sigan aterrizando avionetas en un pueblo con nombre de lo que tiene: niebla.

Siempre hay agua bajo el hielo



Decían que los pantanos tenían poca agua, y la verdad, la tenían, quiero decir, que no la tenían...

Mira, es una de las pocas cosas que cuando las dicen, te las crees, y da igual donde las leas o quién te las diga, porque lo sabes tú y punto, porque pasas con el coche por el puente en miniatura de "San Francisco" en los Barrios de Luna de León, conduciendo hacia Asturias, y la veías, quiero decir, no la veías.

Esto de haber y no haber, y de ver y no ver, y poder o no beber puede ser un cuento. Te cuento. Pongamos que el rey de un reino (por eso es rey), prohíbe beber agua a sus súbditos. Los plebeyos esperan impacientes la llegada del nuevo agua, y mientras, el rey se va de copas con unos bastos sin espada, gastando unos oros a un imperio muy lejano. El rey vuelve alardeando de su viaje y con quien estuvo, pero el gobernante de su reino sigue son traerle el agua esperada. El rey, enfadado, arremete contra el gobernante y éste no le escucha, haciendo valer su poder real sobre el rey. El rey se esconde bajo la nieve, asustado, y descubre por fin la verdad, pues ahora ha aprendido que quien gobierna realmente no es el rey, sino las mujeres.

"Non solo" cae la nieve sobre Silvio



Pasan las cosas más rápido que los días y cuando te das cuenta estás mirando por la ventana de un avión y comprobando que ahora los Alpes si están nevados…

Y así, sin parar, sin centrarme más que lo justo, pasaron dos meses. Pum y pum, ya viene la Navidad y emigras de nuevo para ver empezar el año en otro país, de una forma diferente. ¡Cómo te gusta el Mediterráneo, maldito!.

Evitaste manifestarte contra Silvio unos días atrás en Roma, pero te quedaste relajado en Pietrasanta. Descubriste y decidiste que ese será tu lugar para reposar las lentejas campaneras. Al otro lo golpearon días más tarde con el duomo, y si bien no es el dolor material, que lo es, tiene un gesto sentimental, de una sociedad que sufre y tiende al desconcierto, al caos. A ti te dieron, pero con palabras. Es curioso cómo puede haber tanto sentimiento contradictorio en un palmo. La mano tiende a encogerse, y las uñas a expandirse, sí, incluso tras la muerte, como que no se entienden estando tan cerca.

Esperaste una confirmación también, bravo, conseguido, unos meses más en tu trabajo, y en los tiempos que corren, hay que cogerse a lo que sea. Tienes suerte cabrón, esto te gusta, pero vives con incertidumbres, y de ahí habrá coche nuevo o seguirás suspirando y mirando con ojos tristes a este que ha visto y vivido tanto, como miras a un perro viejo. Como mira tu corazón a algo que acaba, pero enfocando con el pico a una escapatoria, a una vida, a un algo por descubrir que unos llaman locura, sentimiento, futuro… otros lo mamamos “ilusión” y esperamos que llegue despacito, todo, como la nieve que empieza a caer sobre Silvio. ¡Que cuando empiece a estar duro el temporal, nos pille en León!.

La Calle Malamores

La Calle Malamores peca de ser calle, al ser tan breve. Callejón sin vados, nadie vive por ahora, y unas casas dan tapia a las aceras descorchadas que nunca vieron plan E.

Malamores tiene sol cuando pica en lo más alto, lejos de playa y lejos de nieves, en lo llano, en lo plano. Malamores es segura. Luz de noche con un flexo de contacto que parpadea jugando con los mosquitos. Moscas cagonas de día, curiosas de sangre seca. Cagadera la tapa de grajos y rapiñas.

La Calle Malamores tiene adoquín tieso, del de antaño, levantado y encharcado cuando refresca y cae la hoja prima. Luego polen en la orilla. Piedras duras, de canto fino y roce histórico. Carretas cuando vivieron los que hicieron tapia en aquella tierra, y dejaron sin siembra a lo que siempre fue parte de una era. Adiós presa.

Malamores trae su nombre de la fatiga de un don Juan, que dio al traste con su doncella- moza que dicen las vecinas- al besar impuramente en la cruceta a otra joven de las afueras y verlo la primera. “Malamores fue aquel chico, y aquel beso un mal amor, porque iba del brazo de otra, cuando aquella lo zanjó. Más tarde, arrepentida, murió de mal amor, pues un chico pretendía lo que otro desechó, y al no ser correspondido, con una daga la mató”.

"Que es la calle de una viuda, que es la calle de Dolores…" cantaron así las mozas, la historia de Malamores…

Benvenuto a Terrinca

Terrinca viene a ser un pueblo más, incrustado en una montaña más, de una región más, de un país más… Terrinca nunca dejará de ser Terrinca por que yo lo escriba unas líneas, o porque haya decidido titular así este nuevo blog. Terrinca seguirá siendo Terrinca con la llegada de otro alemán caído a la nada, o las canciones de un viejo callado con años atrás en la mar.

Terrinca es Terrinca. Se levanta pronto, al alba mirando al cielo, sabiendo que a sus espaldas olea el Tirreno y al frente mueven el muslo los Apeninos.
Terrinca huele a humo de leña, a piedra y asfalto, a polvo de mármol, a paz. Terrinca es un cacho de cielo que pende hacia un valle con fin en Pontestazzemese… con fin en Roma. Motoretas de Piaggio y algún bus matinal caen por las curvas alegres convertidas en siniestras cuando el sol se esconde por las minas que dieron ser al David más visitado.

La lluvia en gotas gordas, o el sol en pleno julio hacen de Terrinca el descansillo hacia el Cielo. ¿No sería este, acaso, uno de tantos Paraísos?